martes, 17 de noviembre de 2015

Montañas rusas


Es Septiembre, el verano casi ha terminado, pero la temperatura es perfecta. Es la primera vez que vas a la Warner. Vas con tus padres, tu hermano, tu tía y su novio. Aún no habéis entrado y tu hermano y tú ya estáis dando saltos, eufóricos, queréis montar en todo. Los coches de choque son la primera atracción que probáis, a tu hermano le encantan pero ha tenido la mala suerte de no poder pasar debido a su baja altura. Cuando termina la atracción, salís y os vais a otra, de esas que ahora piensas que son una chorrada, pero que antes te parecían todo un reto.
Después de montar en varias atracciones llega la hora de comer. Te terminas tu plato y les pides a tus padres un helado de chocolate de postre, y aunque te lo compran a regañadientes, finalmente puedes disfrutar de tu postre.
Dais una vuelta por el parque temático para asentar la comida y luego vais a la montaña rusa. A la de Tom & Jerry claro. Y aunque sea para niños pequeños, a ti no te convence mucho. Pero después de estar esperando tanta cola, decides subir. Ya dentro de la atracción, tu corazón se acelera un poco y cuando arranca, sueltas un pequeño grito, por lo que tu hermano se ríe y tú le miras con odio.

Gritabas más que nadie, estás segura, bastaba con ver las fotos para asegurarlo. Tu cara esta pálida y en la foto reflejaba pánico, pero te ríes porque te hace gracia lo mal que sales mientras los demás posaban con un intento de sonrisa ante la cámara. Y aunque te haga gracia la foto, prometes no volver a subirte en una montaña rusa nunca más, aún sabiendo que con el tiempo romperías esa promesa. 

Después de un día agotador

Después de un día agotador en el instituto, entre exámenes y deberes, lo único que deseas es por fin poder dormir un buen rato. Cenas, te despides cariñosamente de tu familia y vas directo a la cama. Una vez dentro, totalmente tapado y calentito, te duermes casi al instante.
Estás descansando plácidamente y de repente te despiertas. No sabes donde estás, es un sitio extraño. No lo conoces para nada, es un bosque. Es de noche y está oscuro. Te empiezas a poner muy nervioso, necesitas volver a dormir y tienes mucho frío. Intentas correr, pero no puedes mover ni un músculo. Te agobias cada vez más. Ves a lo lejos una sombra observándote. Algún animal piensas, pero te equivocas. ¿Cada vez se acerca más? No piensas. También te equivocas. Te concentras todo que puedes en correr, en hacer que tus piernas respondan a tus órdenes, pero nada. Solo escuchas el latido de tu corazón que cada vez va más rápido. Gritas, con todas tus fuerzas, pero nada. La sombra sigue ahí, arrimándose cada vez más. Ya solo puedes esperar, pero no te rindes. Ya es demasiado tarde, está muy cerca de ti. Cierras los ojos. Oyes su respiración en tu espalda. Te niegas a darte la vuelta, pero lo haces. Lo ves, y gritas aún más fuerte que antes.
Estás en tu cama, sudoroso y con el corazón latiendo lo más rápido que puede. Menos mal, era solo una pesadilla, piensas. Te vuelves a tumbar y estás dispuesto a dormirte de nuevo. Espera, ¿y esa sombra?       


Yaiza Achutegui Moreno                                   

Se acaba el colegio

Se acaba el colegio y tu estas deseando llegar a casa para hacer las maletas. Al dia siguiente te vas a Colombia con tus padres y tu hermana. Llegas a casa, sueltas la mochila y corres a tu habitación, y allí ves a tu madre con una sonrisa y te dice:'¿Te quieres llevar este vestido?'.Con una sonrisa, le das un abrazo y la susurras al oído que si, que te quieres llevar ese vestido. Terminas la maleta ya bastante tarde y estas cansada, pero ilusionada a la vez. Cenas, y tu madre te dice que te vayas ya a dormir, que mañana sería un día bastante largo. Te pones el pijama y te acuestas, intentas dormir, pero es imposible. Te imaginas como serán tus primos, tus tíos, incluso tu hermano, al que no conoces. Piensas que ya era hora de ir al país en el que naciste, aquel que llevas 9 años sin ir. Sin darte cuenta te duermes... Son las 4 de la mañana y te levantas de una salto a levantar a tus padres, que están un poco dormidos aún.Te cepillas los dientes mientras escuchas a tu hermana llorar por haber madrugado tanto. Sin darte cuenta, ya estas en el coche rumbo a el aeropuerto, a las mejores vacaciones de tu vida.

Era verano

Era verano, te ibas de viaje a los Estados Unidos con tu familia y tenías tan sólo 5 años. Estuviste en Atlanta 2 semanas, y el antepenúltimo día, tu tía quería llevarte a la piscina. Te preguntó si sabías nadar, le mentiste y dijiste que sí. Se hizo de noche y os llevaron a la piscina, que no estaba muy lejos de su casa. 
Cuando llegasteis, no había nadie más que tu tía, sus hijos, tu madre, tus hermano y tú; estabais solos, sin ningún socorrista. Te sentaste en el borde de la piscina y metiste tus piernas en el agua mientras observabas cómo nadaba tu primo. Después de unos minutos, tu hermano quería hacer pis, y tu madre le llevó al baño. También les siguieron tus tíos y tu prima. 
Sólo estabais tú y tu primo fuera, pero, él estaba dentro del agua. Te aburrías y decidiste saltar. Empezaste a mover los pies en el agua intentando nadar, pero, no sabías cómo hacerlo. Tu primo estaba a lo suyo mientras luchabas con todas tus fuerzas para intentar salir, pero, no podías. Salieron tus tíos del baño, y vieron tu pequeña mano pidiendo socorro. Ellos no sabían nadar, pero tu tía fue tan valiente que te rescató. 
Habías tragado mucha agua. Sentías que no podías respirar y que te ibas a morir al instante. Te tumbó en el suelo. Escupiste el agua que te habías tragado. Empezaste a reír y a llorar de alegría. Tu madre salió del baño con tu hermano y preguntaron qué había pasado. Tus tíos se lo explicaron y se rió, y ahí acabó tu visita en Atlanta.

Era viernes

Era viernes, y como todos los viernes quedaste con tus amigos, hacía un poco de frío pero no demasiado, tu mejor amiga, Pe, y tú ibais hacia su casa, de camino encontrasteis tres pequeños gatitos con su madre, estaban en la calle y eran preciosos, tuvisteis una gran idea: adoptar un gatito.
Envolviste uno de los pequeños en la bufanda de Pe y os dirigisteis  al supermercado que estaba cerca de su casa, te quedaste fuera con el gato cogido como un bebé mientras ella entraba a comprar comida de gato.
Cuando llegasteis a su casa su madre abrió la puerta y tu subiste corriendo a la habitación de Pe.
Reto conseguido , habíais colado el gato en su casa sin que su madre se diera cuenta.
Pasasteis la noche cuidando del gato y jugando con el.
Al dia siguiente le sacasteis al patio y actuasteis como si lo acabarais de encontrar para que su madre no descubriese que habiais tenido al gato toda la noche.
Más tarde lo llevasteis de vuelta con su madre donde lo habiais encontrado.

Y ese dia nunca se te olvidará porque fue una gran aventura con tu mejor amiga.

¡Qué frío!

¡Qué frío! Te temblaban hasta los dedos de los pies, casi ni sentías las manos. Mirabas a tu alrededor; todo eran risas y felicidad, no sabías dónde ibais y, sinceramente, tampoco te importaba. De pronto una repentina lluvia os empapó, tus amigos echaron a correr y tú fuiste detrás. Entonces, uno de ellos te esperó; cuando lograste alcanzarle, agarraste su brazo sin parar de correr bajo esa lluvia, que cada vez caía con más fuerza. De repente, la poca sensibilidad de tus congeladas manos notó como otra mano, igual de fría, entrelazaba sus dedos con los tuyos. En ese momento desapareció el frío, el cansancio, hasta la lluvia pareció cesar por un momento solo para dejar al cielo ver como le mirabas. 

Era verano

Era verano, tenías  9 años, era por la tarde y decidiste ir a dar un paseo en bicicleta con tu hermano, ibas en pantalones cortos porque hacía calor, había una rampa larguísima de arena y tuviste la brillante idea de competir con tu hermano para ver quien llegaba antes al final, tu hermano te adelantó y cada vez estaba más lejos, te pusiste nervioso y empezaste a acelerar, ibas realmente rápido, tan rápido que perdiste el control de tu bicicleta, tropezaste con una piedra y saliste disparado por encima del manillar, caíste y avanzaste varios metros por la velocidad haciéndote heridas con las piedras del suelo, te levantaste, tu pierna sangraba mucho por una raja en la rodilla y  las palmas de tus manos habían perdido la piel, te dolía mucho y te fuiste a tu casa, y lloraste, mucho