lunes, 9 de noviembre de 2015

Tu gran aventura

¿Recuerdas esa primera vez que montaste en bici? Estabas veraneando en la casa del pueblo de tus abuelos. La tarde era muy soleada. En el gran patio trasero, cogiste una antigua bici de tu hermana. Con tus seis años y un poco nerviosa, te lanzaste a la aventura. Se te notaba decidida. A medida que ibas perdiendo el equilibrio una y otra vez, te desanimaste. Pensabas que jamás conseguirías pedalear sin caerte. Tu madre te decía que insistieras. Al final todo se consigue.
En uno de los intentos, la bicicleta cogió mucha velocidad. Caíste hacía un lado. La mala suerte quiso que tu rodilla se llevase la peor parte. Te asustaste muchísimo. Saliste corriendo hacia la casa. Llorando a mares. Gritabas que nunca volverías a coger una bici. Tu padre fue tras de ti. Estuvistéis hablando un largo rato. Logró convencerte de que en la vida, cada vez que uno se cae, debe levantarse.
Se puso el sol. Tu cara reflejaba alegría. Tenías una sonrisa ardientemente. Habías conseguido lo que tanto te había costado. Al día siguiente, aunque resulte gracioso, no querías separarte ni un momento de tu bici.

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