miércoles, 4 de noviembre de 2015

Y al fin...

Y al fin se acercan esos días del año en los que eres un poco más feliz. En los que las luces, la ilusión y la niñez brillan más que nunca.
Todo era más emocionante cuando eras pequeña. Aquella noche, que después de inflarte a caramelos llegabas a casa ansiosa por dormirte lo antes posible y, cuanto más lo intentabas, menos podias. Pero entonces amanecia y otra vez los nervios te recorrian la tripa cual mariposa en primavera... ¡Habían llegado! Y estabas segura de que había regalos abajo.  ¿Y si aún seguian alli? Pensabas... bendita inocencia... Y con toda tu valentía, salías de la cama de puntillas y comenzabas a recorrer el pasillo lo más silenciosamente posible. Un escalón... dos... tres... aun no se ve nada... cuatro... cinco... un poco más... seis... Y que momento más bonito, en el que te dabas cuenta que portarse bien todo un año había merecido la pena. Y sonríes, y te brillan los ojos y entonces ya no te importa el silencio, ni siquiera los escalones que tienes que subir... -¡Yaiza, Yaiza!- y gritas más todavía -¡¡Que si, que han venido!!- Subes, corres atraviesas y esquivas todo lo que se te pone delante y arrastras a tu hermana fuera de la cama. Y otra vez, vuelves a correr, pero esta vez acompañada. Compartiendo felicidad, compartiendo emoción, compartiendo ilusión.

Anónimo

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