martes, 17 de noviembre de 2015

Después de un día agotador

Después de un día agotador en el instituto, entre exámenes y deberes, lo único que deseas es por fin poder dormir un buen rato. Cenas, te despides cariñosamente de tu familia y vas directo a la cama. Una vez dentro, totalmente tapado y calentito, te duermes casi al instante.
Estás descansando plácidamente y de repente te despiertas. No sabes donde estás, es un sitio extraño. No lo conoces para nada, es un bosque. Es de noche y está oscuro. Te empiezas a poner muy nervioso, necesitas volver a dormir y tienes mucho frío. Intentas correr, pero no puedes mover ni un músculo. Te agobias cada vez más. Ves a lo lejos una sombra observándote. Algún animal piensas, pero te equivocas. ¿Cada vez se acerca más? No piensas. También te equivocas. Te concentras todo que puedes en correr, en hacer que tus piernas respondan a tus órdenes, pero nada. Solo escuchas el latido de tu corazón que cada vez va más rápido. Gritas, con todas tus fuerzas, pero nada. La sombra sigue ahí, arrimándose cada vez más. Ya solo puedes esperar, pero no te rindes. Ya es demasiado tarde, está muy cerca de ti. Cierras los ojos. Oyes su respiración en tu espalda. Te niegas a darte la vuelta, pero lo haces. Lo ves, y gritas aún más fuerte que antes.
Estás en tu cama, sudoroso y con el corazón latiendo lo más rápido que puede. Menos mal, era solo una pesadilla, piensas. Te vuelves a tumbar y estás dispuesto a dormirte de nuevo. Espera, ¿y esa sombra?       


Yaiza Achutegui Moreno                                   

3 comentarios: