lunes, 2 de noviembre de 2015

El principio de un sueño cumplido

Es verano, el mes de junio concretamente. Tienes 5 años. Llevas meses preparándote para esto, tu primera actuación como bailarina. No sabes si lo haces bien o mal, solo sabes que disfrutas bailando. Has visto las actuaciones de bailarinas más mayores, "expertas", y con ojos centelleantes has pensado que quieres ser como ellas. Quieres desprender esa misma pasión en cada movimiento. Esas miradas que te infunden valor y te inspiran a seguir. Y una vez te lo has propuesto a ti misma, no piensas rendirte. Aunque todo esto son solo pensamientos fugaces que pasan por tu cabeza y a los que no les das muchas vueltas porque tu pequeña cabeza solo está pensando en divertirse. Pero entonces recuerdas como empezaste. Supiste que querías bailar poco después de aprender a caminar sin tropezar a cada paso, aunque en esos momento no sabías que lo que hacías tenía ese nombre. Bailar. La música hacia que empezaras a moverte  siguiendo el ritmo sin darte cuenta, no eras consciente, solo te dejabas llevar. No podías estarte quieta. 'Mira mamá, ¡mira lo que hago!', y tu madre reía y te felicitaba, alabando tus progresos. Entonces empezaste las clases. No tuviste ningún problema en hacer nuevas amistades. Carreras y risas entre clases y clase. Más de una vez te caíste, y aunque te hacías daño, siempre te volvías a levantar. Siempre esa sonrisa en tu cara pasara lo que pasara, porque sabías que si querías mejorar, primero debías aprender de tus caídas. Además, no te importaba quien te viera caer, ni lo que pensaran de ti, porque para ti eran señales de progreso. La emoción recorrió todo tu pequeño cuerpo ante la noticia de vuestra primera actuación en público, aunque sería solo para vuestros padres y los padres de los demás bailarines, te hizo mucha ilusión.
Volviendo al recuerdo principal. Acabas de recibir la noticia de que sois las siguientes en salir. Tiemblas de emoción. Impides que los nervios puedan contigo y te preparas para salir. Es como si fuera otro ensayo más, y lo vas a hacer como siempre. Abren la puerta del vestuario y salís todas en fila. Tu primer pensamiento se centra en lo espacioso que es el escenario . Te fijas en las caras de tus amigas y asientes. Todas parecen sentir lo mismo que tú, aunque a algunas les vencen los nervios, el resto está impaciente. Te sonríen y les devuelves la sonrisa. Miras al frente y ves abrirse el telón. Está a punto de comenzar. Miles de caras empiezan a verse claras. La mayoría desconocidas para ti. La música empieza a sonar y con ella, en tu cara aparece una brillante sonrisa. Ya ha ocurrido otra vez. Sin darte cuenta tus pies se están moviendo al compás, y eres incapaz de hacerlos parar. Te esfuerzas por recordar la coreografía, aunque por suerte vuestra profesora está en una esquina guiándoos. Afrontas cada paso con decisión e intentas poner en cada movimiento toda tu energía. Notas que la pasión que sientes se apodera de ti, tal como habías visto en tus compañeras "expertas". Vuestra actuación es recibida con muchos aplausos, risas, y a lo mejor alguna lágrima de orgullo. Acaba de acabar tu primera actuación, y te sientes imparable. Sabes con certeza que no va a ser la primera y única vez que bailes. Y tenías razón.

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